por Juan Carlos Maimone
Cuando la bandera a cuadros cayó en el legendario circuito de Silverstone, el español Fernando Alonso sacó las manos del habitáculo y festejó su inobjetable triunfo en la novena puntuable del mundial de F1. Un triunfo plagado de emociones y significancias:
Era el primer triunfo del año para la casa de Maranello; pero además, se cumplían 60 años de la enorme victoria de José Froilán González. La primera de la casa del “Cavalino Rampante” en la historia de la Fórmula 1 y en el mismo trazado…
Cuando la bandera a cuadros cayó en el legendario circuito de Silverstone, el español Fernando Alonso sacó las manos del habitáculo y festejó su inobjetable triunfo en la novena puntuable del mundial de F1. Un triunfo plagado de emociones y significancias:
Era el primer triunfo del año para la casa de Maranello; pero además, se cumplían 60 años de la enorme victoria de José Froilán González. La primera de la casa del “Cavalino Rampante” en la historia de la Fórmula 1 y en el mismo trazado…
El mítico escenario; aquel que había amparado entre sus sombras a los “Spitfire” de la RAF en la 2da. Guerra Mundial, se convirtió durante la paz, en uno de los circuitos más simbólicos de la categoría mayor del automovilismo. Hasta allí, hace 60 años – y como ocurre inexorablemente – llegó Froilán González, o Pepe o el “Cabezón” entre los más íntimos, por una serie de factores concurrentes que sólo maneja el destino…
Estaba en Córdoba, cuando recibió el telegrama. Debía integrarse a la misión argentina en Europa para sumarse a otro grande: Don Juan Manuel Fangio… Pero en 1951 y durante una mini-temporada en su país natal, Froilán había derrotado al poderoso equipo Mercedes Benz por dos veces consecutivas, lo que le abrió las infranqueables puertas en la casa de Maranello “Llegué a Europa para correr con Maserati y terminé en Ferrari…” Cuenta Don Pepe. Pero claro, en el equipo de Don Enzo había cuatro inapelables: Ascari, Villoresi, Tarufi y Serafini, aunque el accidente de este último en la “Migle Millia” propuso el espacio que nuestro hombre necesitaba.
En Maranello, Enzo Ferrari abrió la carpeta que decía “Silverstone” donde guardaba los tiempos de su Escudería en las recientes pruebas de Reims y despejó las dudas. Los de Ascari y Gonzáles no sólo eran idénticos, si no que muy superiores a los demás. Se sacó sus gruesos espejuelos, se recostó en su sillón y sonrió, mentalmente tenía el equipo para ir a Inglaterra…
El inefable “Comendatore” no se equivocó. En la clasificación, Froilán destruyó lo cronómetros con su 375 V12 de 4,5 litros, adelantando lo que sería su duelo con Fangio el día siguiente, por entonces hombre de Alfa Romeo.
Y se cumplieron los vaticinios… A las 30 vueltas de carrera, los dos argentinos le habían sacado un giro al tercero y se consumó la hazaña. José Froilán González plasmaba el primer triunfo de Ferrari en la historia de la Fórmula 1 y del automovilismo deportivo…
60 años después, en el mismo asfalto, el ingeniero de la casa italiana le daba las últimas instrucciones a Fernando Alonso sobre la antigua 375 de la hazaña y el Bi-Campeón Mundial salió a girar el trazado de 5,2 kilómetros ante el aplauso incondicional de todo el público.
La salud caprichosa y por momentos dictatorial, no le permitió a Don Pepe estar en la ceremonia, pero en la distancia, lo vivió emocionado, relatando una vez más los pormenores de su hazaña.
Alonso giró en el mismo circuito con la Ferrari 375 con la que González logró el primer triunfo de la marca hace 60 años, destacando que: “La de hoy es una victoria muy especial y el haber manejado el coche de Froilán fue un privilegio enorme. En cada temporada, en cada campeonato ganado por la marca en 60 años, la 375 y González siempre estuvieron adelante de todos. Hoy tuve la satisfacción de ganar con la misma marca, la misma pasión y este triunfo es para él…”
Fue una victoria más para Fernando Alonso, la que lo catapulta en las estadísticas entre los más ganadores de la categoría mayor, las mismas que hace 6 décadas, inaugurara y vistiera de rojo Don José Froilán González.