El 14 de Noviembre de 1994, la tormenta tropical Gordon azotaba Miami… A la misma hora, Maribel Ríos, daba a luz al pequeño Jesús que por entonces, sólo pasaba a engrosar las estadísticas étnicas de la población hispana en el Sur de la Florida. Sin embargo, pocos presagiaron que allí, comenzaba de la mano de su padre (Jesús) a formarse una de las más firmes promesas del automovilismo deportivo.
Es cierto que como todo niño practicó otros deportes; no obstante, la devoción de su progenitor por los autos, lo llevó a subirlo en un karting y a los diez años, ya disfrutaba del primer podio.
Para el 2009, con sólo 14 años, Jesús asombraba con sus triunfos como La Petite Monaco en Trios-Rivieres, otro en Shawiginigan, Montreal y en Jamaica (Caribbean Karting Internacional) por sólo mencionar algunas de sus más deslumbrantes perfomances. Pero el plano estadístico, ratifica aún más el talento de este joven: En 57 carreras, produjo 13 triunfos, 13 segundos puestos,33 record de pista y 12 “Pole Positions”. Sin dudas una maravilla…
Recientemente, fue uno de los ganadores de la serie Karting Shootout, obteniendo la beca para competir en la Skip Barber, sin dudas, la categoría más demandante para jóvenes de su edad.
Como es natural; no sólo existe un equipo familiar avalando la rutilante carrera de Jesús, su escuela (Miami Beach Señor High) a través de su Directora, la Doctora Sidener, asegura de manera determinante el ascenso del muchacho porque “Apoyar a los jóvenes talentos que a la vez son buenos estudiantes, es una forma de educar…” nos dice solícita en la reciente entrevista.
Ahora, ya sobre los autos de Fórmula, Jesús ha demostrado con creces que lo suyo no es obra de la casualidad; 6 resonantes triunfos en las 6 últimas presentaciones sobre los circuitos más difíciles de los Estados Unidos, hablan por sí mismo de un super-talento en esta temática de recorrer la mayor distancia en el menor tiempo sentado detrás del volante. Más allá de decisiones controversiales, más allá de los conocidos favoritismos, más allá de la conveniencia de algunos y la indiferencia cómplice de otros, el chico de Miami Beach, con el silencio y la humildad que sólo caracteriza a los grandes, sigue demostrando que ya está para cosas mayores y ha abierto,definitivamente, las puertas más grandes del automovilismo deportivo…
En lo más alto del podio en el difícil Lime Rock
Con sus trofeos más preciados
Bruce Mac Innes, felicita a Jesús luego de su brillante trabajo...
"Es el único que puede cambiar la historia de la categoría, nacida para pensantes, no para los más rápidos.El es un pensador, pero además, el más rápido de los que han visto mis ojos..." Don Juan Manuel Fangio
Buenos Aires, 1º de Mayo de 1994, Día del Trabajador, día en que todos aprovechan para levantarse tarde, y tomarse una suerte de revancha con las amanecidas cotidianas. Las calles están desiertas y solo algún anciano atina a su primer caminata mientras equipo de mate en mano, me acomodo para ver el Gran Premio de San Marino…
A la misma hora en Balcarce, la tía Carmen le acercaba una taza de té humeante a Don Juan, que aunque un poco débil, no quería perderse la carrera…
Hacia unos días, allá en el concesionario de Buenos Aires le había preguntado al Quintuple campeón que opinaba del nuevo contrato de Senna con Williams. Era tanto lo que Don Juan Manuel Fangio quería a Ayrton, que hasta hubiera disimulado una respuesta con tal de no criticarlo. Sin embargo, aquella tarde me miró como pocas veces a los ojos y me dijo: “Sabes, creo que esta vez se equivocó fiero…”
Las dos primeras carreras de aquel 1994, le daban la razón como siempre al “infalible”. No obstante, en San Marino había hecho una “pole” contundente, fiel a su condición, sin rivales y cimentado un interrogante enorme con respecto al resto de la temporada.
En la pantalla chica, reiteraban una y otra vez el accidente de Rubén Barrichello que casi se mata y el del austriaco Ronald Ratzemberger sin la misma suerte y el ambiente se tornó distinto, como lleno de premoniciones… De repente lo enfocan a Senna en su box, muy cerca de él, Beatriz Assuncao, la encargada de prensa y como muchos que tuvimos la suerte de conocerlo, noté un rictus amargo en su cara; un Ayrton distinto al Ayrton de las tardes de desasosiego o de los días de desencanto cuando las cosas no andaban. Se lo veía tranquilo, concentrado, pero su mirada estaba perdida, vaya a saber por que intrincados caminos del pensamiento…
En el arranque de la competencia, Ayrton tomó la punta con una partida propia a su estilo, con determinación, como si deseara terminar de una vez por todas con aquel maldito Gran Premio… Un choque en la misma partida obligó al ingreso del auto de seguridad y a empezar de nuevo…
Cuando flameó la bandera verde, ratificó su dominio y se fue como líder… En el sexto giro el paulista encaró la curva Tamburello a 307 KPH, comenzó el dibujo perfecto, fino… Pero su Williams no dobló, siguió de largo para impactar contra el muro de contención, fue algo horrible que las cámaras tomaron de todos los ángulos y reiteraban segundo a segundo. Un sentimiento trágico se me metió en el pecho y con los ojos clavados en la escena, grité con desesperación, pero Ayrton no se movía… Los paramédicos tardaron casi 20 segundos en llegar al lugar; rápidamente comenzaron a practicarle una traqueotomía para que pudiera respirar y lo sacaron de su habitáculo para subirlo al helicóptero… Apagué el televisor y no volví a encenderlo; un enorme nudo en la garganta me impedía pensar, atinar una esperanza; las imágenes se debatían caprichosamente en mi pensamiento adivinando lo peor. Tiempo después, me di cuenta de que estaba llorando…
Su muerte fue anunciada a las 18 horas de Argentina en un pretendido y escueto comunicado al estilo Williams, como si no concibieran lo que el mundo del automovilismo o mejor dicho, lo que el deporte todo había perdido para siempre.
Muy pocos pilotos consiguieron tantos logros en tan poco tiempo; el amor la admiración de un país, el cariño y el reconocimiento del mundo entero, porque su transitar por los caminos de la vida fue moldeado con la humildad y la bonomía que solo caracteriza a los grandes. De condiciones envidiables, supo ganarse un lugar en el cerrado círculo de la F1 y destacarse como uno de los mejores de la historia. Velocidad y dominio fueron sus principales atributos, esos mismo que paradójicamente, lo subieron a un auto y lo impulsaron caprichosamente hacia la muerte.
Comenzó a manejar a los 4 años de edad sobre un karting potenciado por un motor de cortadora de hierba y de allí en más, sus dotes en el arte de pensar y recorrer espacio en la menor cantidad de tiempo desde atrás de un volante, fueron creciendo de manera inclaudicable, hasta que llegó a Europa, a la Formula 1…
Sólo una temporada duraría en un equipo débil. En 1985 lo contrató Lotus y en el Gran Premio de Portugal un 21 de abril, sobre piso mojado, su mejor especialidad, alcanzaría la primera victoria. Iba a ser el puntapié inicial de una trayectoria prácticamente inigualable.
McLaren, la escudería que lo había rechazado en un principio, sería la que le otorgaría la mayor de sus alegrías. Campeón Mundial en 1988, en 1990 y en 1991, los tres sobre el mismo chasis y con motor Honda.
En sus diez años en la máxima categoría nunca dejó de pelear los primeros puestos, aunque su especialidad estaba en las clasificaciones: Obtuvo 65 “poles” en 161 Grandes Premios. “El es el único que puede cambiar la historia de una categoría nacida para los pensantes, no para los mas rápidos. El es pensante y sin dudas es lo mas rápido que jamás han visto mis ojos…”.Decía Don Juan Manuel Fangio que de esto sabía un poco…
Es noche en Buenos Aires y estoy terriblemente afectado por la muerte de Ayrton; es noche en el pueblo de Don Juan Manuel Fangio que desde la mañana permanece encerrado en su cuarto; es noche en Brasil donde la gente llora por las calles, en los bares, en las casas. El mundo no sale de su asombro: Uno de los mejores pilotos que dio la historia del automovilismo, uno de los seres humanos mas íntegros del circo de la Formula 1 había dejado de existir.
Muchos extrañaran su impredecible habilidad sobre cuatro ruedas, otros insistirán en que es un deporte muy arriesgado. Y Ayrton Senna lo sabía, pero su pasión por el vértigo era mucho más fuerte. “Algún día la muerte me va a llegar; puede ser hoy o dentro de 50 años, pero me va a llegar…”. Solía decir… Y llegó; llegó como siempre, traicionera, sin aviso, para dejar un lugar vacío en cada grilla de partida y un dolor enorme en le corazón de tantos que amamos profundamente el automovilismo. Descansa en paz Ayrton Senna da Silva y gracias por todo lo que nos enseñaste en tu paso por la vida…
NOTA DEL AUTOR: Cientos son los estudios realizados con respecto al accidente de Ayrton Senna y las posibles causas del mismo. De todas maneras, la tendencia generalizada sobre los resultados obtenidos es tan diversa como caprichosa y en ningún momento se ha tratado de explicar con claridad a la opinión pública, las causas o los causales. Lo que si sabemos con exactitud, es que el soporte del estabilizador delantero se partió (¿?) y como consecuencia dicho alerón dejo de cumplir su función, que es mantener la trompa del auto pegada al suelo. Al no producir el efecto esperado, las ruedas delanteras no estaban en total contacto con el asfalto cuando el piloto intentó el viraje y cualquier reacción o corrección tardía a esa velocidad se torna totalmente imposible, lo demás es conocido…
Qué hacen las autoridades para utilizar algunos fondos, todos dedicados a proteger o encaminar delincuentes o criminales sin remedio…?
El calor era sencillamente abrasador en el autódromo de Road Atlanta (108 grados a la sombra, 132 en el cemento) era imposible permanecer al sol por más de algunos minutos. Sin embargo; ahí, con sus caras acaloradamente rojas lo mismo que sus ojos, bañados en sudor, con los uniformes empapados, estaban ellos, cada uno al lado de su auto observando todos y cada uno de los detalles, mientras los mecánicos hacían sus últimas correcciones.
Con escalofriante frialdad y seriedad castrense, acomodaron sus sillas, arreglaron los vendajes de sus manos y se calzaron sus respectivos cascos. Cada uno miró al cielo en un rezo silencioso y sincero antes de sentarse en la butaca. Jesús Ríos Jr., Sebastián Ordoñez y Taylor Cooke, los chicos de Miami, cada uno con su sacrificio a cuestas, cada uno con un sueño apretado a la cintura.
Taylor Cooke
A los tres los conozco desde muy niños, a cada uno de ellos los vi subirse a un karting por primera vez allá en la vieja pista de Opa Locka y entonces producir sus primeros giros como algo propio de la edad: Un juego…
Pero la cosa para ellos, fue tomando visos de realidad muy pronto y con menos de diez años aprendieron a acelerar a velocidades que muchos de nosotros ni usamos en las autopistas, en un tuteo absoluto con la más joven de las adrenalinas.
Los padres (a excepción de uno de ellos, técnico) tuvieron que aprender tareas que jamás hubieran soñado; mecánico, consejero, planificador de estrategias, expertos en viajes, compradores de repuestos, armadores de motores, de carpas y de sueños. Todo con la precisión inapelable del que no puede equivocarse.
Luego hubieron de adecuar a la familia al presupuesto apretado, aquel de los bolsillos flacos y a explicar a sus otros herederos el porqué sí de algo y el porqué no de lo otro, tratando en todo caso de producir un balance indefendible y a veces hasta doloroso...
Los tres salieron a la pista, cada uno en su grupo, con la concentración inclementemente impropia para la edad y con el pensamiento ultrajado en dos extremos incuestionables: Poder ganar y no romper nada porque no hay como pagarlo…
Las vueltas se sucedían bajo una temperatura caprichosamente implacable, pero eso no era trascendental para estos pilotos, aún niños. Lo importante era cuidarse y cuidar el auto, competir y llegar… Y vaya si lo hicieron; triunfos inobjetables para los tres, pensados, trabajados, esperados y allá, en lo más alto del podio, una lágrima traicionera que se mezclaba en las mejillas enrojecidas y sudorosas.
De regreso al hotel, jugueteando y riendo con sus trofeos, se internaron en el gimnasio. Había que prepararse bien para el próximo día, aunque el cuerpo se llenaba de dolores y las manos de ampollas…
Yo regresé a mi habitación, destruido de cansancio, me recosté en el sofá y pensé cómo esos chicos podían estar en un gimnasio. Pensé en lo breve de sus edades, pensé en aquel sacrificio póstumo, pensé en su corrección, en sus procederes, en que además son los mejores estudiantes de sus escuelas, buenos hijos, mejores nietos, rivales en la pista, pero con sentimientos puros iclaudicables que los hizo amigos inseparables en la intimidad… Y pensé largamente: Cuál es la recompensa para estos niños casi perfectos…? Qué hace nuestra sociedad para alivianar sus cargas..? Qué hacen las autoridades para utilizar algunos fondos, todos dedicados a proteger o encaminar delincuentes o criminales sin remedio…? O es que los buenos perdieron sus derechos..?
No pude menos que acordarme de uno de ellos, que por más que dejó parte de su salud trabajando para poder competir, tuvo que abandonar su pasión en manos de las barreras de un presupuesto inmisericorde; hoy caído en un camino sin retorno de dogas y de alcohol.
Entrada la noche me acosté, no pude cenar; tenía el pecho lleno de impotencia y una pregunta rebelde o caprichosa que se debatía en mi cerebro: Dónde está la justicia para los chicos buenos de Miami...?
Fuimos los primeros en decirlo: Va a borrar con el codo todo lo escrito… Fuimos los primeros en anunciarlo: No está a la altura de las circunstancias… Y claro, fuimos los primeros en recibir críticas y miradas plagadas de interrogantes…
Sin embargo y más allá de la humildad de nuestra publicación; cada uno de nosotros se dedicó desde siempre a estudiar la noticia, desandar la procedencia y en todo caso, utilizar de la mejor manera tantos (pero tantos) años de experiencia en el mundo del deporte motor.
Fueron muchos los que se subieron al falso exitismo del “alemán volador” y el “copia y pega” de tantos con el grave y conocido efecto multiplicador, hicieron que Schumacher apareciera como el monstruo de la categoría mayor del automovilismo. Nada más lejos de la verdad…
Consecuentes con nuestras ideas, escuchamos a los sabios: “Debe ser triste haber logrado siete Campeonatos en la Fórmula 1 y no estar en la lista de los diez mejores de la historia...” Sentenció “El Maestro” Alain Prost y muy pocos repitieron o se hicieron eco de sus ilustradas palabras.
Es cierto que fue un piloto muy rápido…? Sí, lo fue. Y sobre el auto más veloz y con el mejor equipo de la época, sumado a la falta de contendientes que tuvo entonces, si, parecía inalcanzable. Pero cuántos eruditos analizaron las carreras del alemán..?
Nosotros sí lo hicimos; detenidamente, exhaustivamente, deteníamos los videos, verificábamos, empezábamos de nuevo y el resultado fue que a excepción de su última carrera en su otra era (San Pablo, Brasil), nunca llegó viniendo de atrás.
Conclusión: Un piloto con ese cartel, no sabía andar en el “tráfico” y cada vez que le tocó, le pegó a algo o a alguien.
Tampoco son muchos los que recuerdan cuantas carreras ganó (14) por hacer una parada menos gracias al combustible extra liviano de Shell, hoy prohibido. Pero para ser más claro y a la vez gráfico; la revista inglesa Autosport, publicó una encuesta (realizada vaya a saber dónde) en la que ubicaba a Michael como el mejor segundo de la historia (detrás de Senna) y a Don Juan Manuel Fangio tercero. Una blasfemia periodística sin precedentes, pero otra vez, con carácter multiplicador en el mundo de las plumas livianas que enlodan el periodismo…
Lo cierto es que lejos de la tórrida detracción los italianos o el silencio cómplice de los alemanes, pasando por la conveniencia comercializada de Bernie Ecclestone, Michael Schumacher y su retorno a las pistas, estuvieron bendecidos desde siempre por el fracaso. Mucho más, después de la frustrada intención de regresar en el 2009, cuando se lesionó Felipe Massa y que muchos culparon a una lesión en el cuello. Lo cierto de entonces (y así lo dijimos) fue que estaba muy lejos de los tiempos de Felipinho o por lo menos de los necesarios para sentarse en un auto con el Cavallino Rampante a sus costados.
La expectativa generada siempre está de acuerdo al potencial que se muestre. Y en este caso, para muchos, volvía ni más ni menos que el más grande de la historia de la categoría, por lo menos en cuanto a títulos obtenidos.
Michael ayer...
Pero ese interés, por cierto, fue mayor o más forzado que lo mostrado hasta el momento. Para colmo cuando su compañero de equipo (Niko Rosberg) con menos de la mitad del apoyo y sólo haciendo uso de su gran talento, suma 50 unidades en el Campeonato de Pilotos, contra sólo 10 del alguna vez denominado “Superman”.
Michael hoy...
Creo que en lo único que no se equivocaron sus conductores, es en la exposición mediática que produjo su regreso a las pistas y comercialmente, pudo haber sido hasta conveniente; aunque para estos resultados, prefiero morir en el anonimato…